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viernes, 17 de diciembre de 2010

#17




Hay veces en las que todo se vuelve oscuro para tí. Tu vida se convierte en un agujero negro que absorbe completamente tu felicidad. Intentas tirar para adelante, pero te das cuenta de que no es tan fácil. Sientes que el mundo se te cae encima y estás solo. Te preguntas quién eres en realidad y qué estás haciendo con tu vida.
Te apartas de todos los que te rodean.
Te miras en el espejo y lo único que puedes ver en el reflejo es a un desconocido.
Vas cayendo poco a poco en la rutina. Estás harto de tanta monotonía y quieres cambiar, correr, huir.
Sientes empatía hacia todo.
Tu vida se va convirtiendo en un asco.
Pero para todos sigues siendo el mismo de siempre. Creen que no tienes problemas porque siempre estás sonriendo y actúas como si nada te importase.
Siempre te preguntan "¿Qué tal?" y tú te dedicas a responder un "Muy bien" con una sonrisa en la cara.
Lo que nadie sabe es que esa sonrisa es falsa. Que te has vuelto un mentiroso. Pero, ¿qué necesidad hay de decir que te encuentras mal? Eso solo conllevaría a que los demás se vieran obligados a preocuparse y a preguntar por qué, haciendo ver que les importas aunque en realidad solo seas otro chico más para ellos.
Cada mañana luchas por levantarte con pnsamientos positivos. Te intentas autoconvencer diciendo "hoy será un mejor día".
Pero no lo es.
Es como otro cualquiera. Ves a las mismas personas, haces las mismas cosas y te sientes igual.
Los demás no tienen la culpa de que te sientas solo. Después de todo eres tú el que no te dejas ayudar, el que no deja que sus verdaderos sentimientos y preocupaciones salgan a la luz.
Tu habitación, las únicas cuatro paredes en las que te sientes seguro y puedes llorar, desahogarte. Pero lo mejor de todo es que nadie puede verte.
Puede llegar a ser muy gracioso el estar hablando con alguien a través de un ordenador y parecer contento. Es muy fácil poner un "jajaja" mientras las lágrimas no dejan de resbalar por tus mejillas.
Y piensas lo ingenua que es la otra persona. Después de todo, ella es feliz al otro lado de la pantalla pensando que tú también lo eres.
Te planteas si estás siendo o no hipócrita.
No, definitivamente no. Es tu vida privada y los demás no tienen por qué saber tus problemas.
Te sientes agobiado por todo e impotente a la vez.
Te desvaloras y te deprimes.
Según tu libro de Ética, tu diagnóstico es baja autoestima.
Já! ¿Qué va a saber un estúpido libro lo que tienes si no sabe nada sobre tí e ignora tus preocupaciones?
Tu situación en casa no es muy distanta a la del instituto. Oyes gritos a cada momento.
Reproches por un lado, presiones por el otro.
Esperan de tí algo más de lo que tú jamás podrás llegar a hacer.
A pesar de todo, luchas cada día por ser quien los demás quieres que seas y hacer lo que los demás quieren que hagas.
¿A quién pretendes engañar? Eso no es vida, pero tal vez el problema es que nadie se ha molestado nunca en mostrarte qué es vivir de verdad.

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